2 de diciembre de 2010
Otro Chileno en Argentina.
24 de agosto de 2010
¡¡¡ CHILE !!!
El día comenzó temprano, me dormí cerca de las 3 de la mañana y me desperté con la llamada de mi madre a las 5 de la madrugada desde Osorno. Pienso que sea cual sea el lugar del mundo en que me encuentre, siempre necesitaré de mi madre para las cosas elementales de la vida. Llamó mi madre, me despertó, le dije que la amaba y volví a la cama a estar unos minutitos más en la cama. Estaba de noche, pero como siempre no hacía frío, llovía un poco.
Salí del apartamento, fui a la cafetería para comprar un sándwich, pero estaba cerrada, así que comencé a caminar las 5 cuadras que me separaban de la parada de las guaguas. Pasó poco más de un minuto cuando comenzó a llover fuertemente, tanto que a los dos minutos, ya se me habían pasado ambas zapatillas y el pantalón era un trapo mojado. Recordé los días cuando llegaba de regreso del colegio, recordé mi querido Osorno y mi añorado hogar.
Fuera de estos recuerdos, tenía mucha rabia, estaba enojado con la lluvia… llegué a la parada, un minuto después, la lluvia se detuvo completamente. Pensé que el viaje comenzaba mal, sin duda, si estaba mojado como una sopa… pero una insignificante lluvia no iba a “aguar” mis entusiasmos.
Una vez dentro de la guagua, comenzó la batalla con mi mochila para sacar los otros zapatos que estaban conmigo, otras calcetas y otros pantalones. Durante el recorrido del bus, me cambié las calcetas y hasta me sequé los pies con la toalla. Llegué al aeropuerto y busqué un baño para cambiarme de pantalón, que, por supuesto, no me lo había cambiado en la guagua.
La espera no fue tan larga, di una vuelta por ahí, me comí un completo, más bien un incompleto por $1.650, que tenía la salchicha y el pan… sería todo, suficiente para alimentar a los obesos gringos.
Antes de subir, hay que hacer la última fila para abordar. A pasos del avión te preguntan ¿de qué país es usted? En ese preciso momento es cuando surge un sentimiento algo especial, como que baja todo el amor a la patria, como que uno se siente distinto por ser de otro país, se siente bien de no ser gringo como la mayoría de la gente del vuelo… orgullosamente, con fuerza y con un vozarrón digo ¡¡¡CHILE!!!
El oficial coteja el pasaporte y la visa para verificar que esté todo en orden. Sin duda, que para el oficial mirar un pasaporte de un chileno es lo menos importante que le pasó en el día, o simplemente es un trámite más que tiene que hacer, pero para mi fue un momento especial en el que uno siente que representa a todo el largo y angosto pedazo de tierra que está al fin del mundo…
31 de mayo de 2010
Primer Contacto.
Recuerdo exactamente el día. Tenía una clase de derecho, responsablemente llegué a la Escuela, pero la clase se había suspendido. Tenía dos opciones: ir a almorzar o volver al trabajo para ese día salir antes.
Cuando ya había decidido la primera opción, saliendo de la Universidad veo un afiche con la experiencia de un uruguayo llamado Martín Pérez, invitando a una charla informativa de AIESEC, en ese momento recordé que un amigo algo me había comentado de esta organización.
Ahora ya no eran dos, sino que tres opciones, el punto en contra de la tercera opción es que la charla no era en la Universidad, tenía que caminar unos minutos para llegar, estaba cansado, con hambre y ya iba tarde… elegí la opción de almorzar, pero en el camino, me desvíe y finalmente llegué a la charla. Esta simple decision, o más bien dicho esta instintiva decision marcaría un punto de inflexion en mi vida, definitivamente este día lo recuerdo como el momento que marcó un antes y un después.
Una vez en la charla, no entendí el real sentido de la organización, pero había algo que me llamaba la atención, algo que despertaba un gran desafío, algo que me provocaba algunos sentimientos ajenos, en ese momento no podía acuñarle un nombre, tiempo más tarde entendería que era…
Así que con grandes dudas y sin comprender muchas cosas, viví el absorbente proceso de postulación (¨reclutamiento¨, en esa época mi lenguaje aún era común) con ansias de saber el incierto resultado, un resultado que llegó tarde cuando las esperanzas comenzaban a disiparse, un desenlace que llegó con un correo de aceptación de Andrés Alcayaga invitando a un evento llamado Learning Weekend...